#ElPerúQueQueremos

Diario de una Cuarentena

Día 1

Publicado: 2020-03-16


15 de Marzo del 2020

La meditación es poderosa. Aunque sientas que lo estás haciendo mal, el silencio se está encargando de ordenar tu mente. Háganlo sin audios estúpidos. Estaba en un retiro de meditación en el momento en que lanzaron el Estado de Emergencia. Yo era el único del grupo con acceso a un teléfono celular. Me habían designado como brazo derecho de la maestra, una abuelita muy bien conservada, pero finalmente una abuelita. Habían pasado 5 días y yo ya había pensado en hacerle una escena para que me valorara un poco más. Era(mos) de esas personas que en el momento de lidear con los problemas, lo hace de manera un poco despectiva. Y eso es algo que siempre me ha costado tolerar. Igual después llamaba a disculparse. Creo que allí radicaba su santidad. Igualita a mi madre, pero un pasito más cerca del cielo. Esos momentos me hacían querer continuar.

En la mañana me llegó al Whatsapp la foto de un documento de la Policía Nacional que daba cuenta de una disposición del gobierno para ejecutarse, en el lapso de 24 horas, las condiciones para decretar un Estado Nacional de Emergencia. El Perú no era el primer país en tomar una medida semejante. Sabíamos que llegaría tarde o temprano. Traté de no hacerle caso, de hecho pasé el día mirando a una muchacha de la segunda fila de la sección de mujeres. Quiero creer que ella también me miraba. Pero yo estaba al costado de la profesora, sobre un escenario. Sentía que hasta el mínimo guiño era escrutinado por la audiencia.

Doce horas después el presidente daba un mensaje a la nación. Si el virus se expande como la chismosería limeña, mañana estamos todos muertos. Conversé con los altos cargos y se tomó la decisión de cancelar el programa. Nos paseamos despertando a los estudiantes, tocando el gong. Las chicas no podían parar de hablar. Los hombres tratábamos de aminorar la tensión. La profesora se encargaba de dar la palabra para que no nos alborotásemos al hablar. Pero ella no era realmente quien hacía las cosas. Sólo daba órdenes. Me pareció que la situación en la que nos encontrábamos superaba su esfera de influencia. Ya no necesitábamos a una abuelita que diese consejos. Necesitábamos acción. Decisión efectiva y proactiva. Pero ella seguía gritando mi nombre como si yo fuese a hacerle caso. No pude más. Frente a una audiencia de 150 personas le dije a una vieja: “’¡Señora, ya pues!”, con cara de no me jodas. Muy de mi padre. Me voltié y seguí repartiendo los objetos de valor que los estudiantes habían dejado guardados en la caja fuerte del curso. Me saltié unos cuantos protocolos, pero el objetivo se logró.

Casualmente quedé en la fila del bus donde iba la chica que me gustaba. Porque uno siempre tiene que ir en el bus de la chica que le gusta. De un segundo para otro, las amistades que hice en cinco días se esfumaron y me fui con una cara bonita. Como siempre. Fue un viaje muy agradable. No sé que habrán pensado los demás pasajeros, pero de repente yo me veía hablando con cuatro veinteañeras a la vez. Mi sueño hecho realidad. Se me acabó la batería del cel. Le pedí el suyo prestado. Pero en verdad no tenía la intención de escribirle a nadie. Solo me mande un mensaje a mí mismo. Ya nos teníamos en el directorio de Whatsapp. Lo quise, lo tuve.

Así me enteré que tenía una hija. Y en seguida me enteré que tenía un esposo cuando dijo: “Obvio, mi flaco me tiene que recoger. ¿No?” En fin. Terminé metido en el carro del muchacho. Me llevó hasta mi casa y me estrechó la mano. Buen tipo. No pienso orbitar a esta mujer mientras estén juntos. Las chicas hicieron un grupo de Whatsapp mediante el cual pretendían fundar una secta donde yo fuese el líder. Así dijeron. Me reí nomás. Voy a mandarles memes a ver qué ocurre. Mañana toca ir a la playa cubierto con tapa boca junto a mi ex. Es complicado.

Pasar de un aislamiento voluntario a uno obligatorio es un cambio sustancioso. Pero si algo he aprendido estos 5 días de convivencia es que no vale la pena olvidarnos del amor por querer llegar rápido a la meta. La meta es el amor. Esta es solamente una circunstancia. Encuentren actividades que les apasione para hacer dentro de casa. Hagan lo correcto. Abuelita, si llegas a leer esto, discúlpame por gritarte. Cuídate mucho. Escucha música linda.


Escrito por

Alonso La Hoz

No es pobre el que tiene poco, sino el que mucho desea.


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