Ganar es una novedad para el fútbol peruano. De hecho, hasta antes de la inesperada clasificación al mundial, muchos teníamos la sensación de que el Perú estaba adquiriendo triunfos en una amplia gama de campos. Pero en el futbolístico no tanto.

La celebración callejera del miércoles, luego de la goleada contra la bicampeona Chile, parecía el producto de una victoria mundial. Pero vamos muchachos. Seamos realistas. Después del 5-0, no creo que queden muchos soñadores. Brasil es una selección biónica, avasallante. Candidata favorita desde ya para conseguir este y cualquier otro galardón. Y es que con Dios no se compite. Por el contrario, celebramos el paso a la final porque hemos llegado por fin a su derecha. 

Por esa razón, al Perú le basta con recuperar su dignidad. Lo único que el pueblo peruano le pide a su selección es no perder por goleada, otra vez. Paolo Guerrero y sus secuaces ya han saldado la deuda futbolísitica de su patria con la historia. 

Estaría lindo que sigan batiendo records y que ganen la copa América. Sin duda. Pero si no ocurre, nuestra felicidad no se verá afectada por ese resultado. Como si podría sucederle a las selecciones de Argentina y Chile. Ambas acostumbradas a ganar. Por eso, la pelea por el tercer lugar será a muerte. Su ego depende de ello. Y solo hay espacio para un equipo.

En cambio, los peruanos nos hemos despertado el jueves con un éxtasis poco frecuente. Nos quitamos la carga de jugarle a la Argentina de Messi y, sobre todo, le dimos una lección a Chile. 

En este punto quiero hacer hincapié. Así como no hay que piconearse y echarle la culpa al arbitraje cuando se pierde, como Argentina. Tampoco hay que andar pintándole los camerinos al rival cuando se gana, como en el caso chileno.

Creo que el Perú supo perder cuando le tocó y ahora tenemos la responsabilidad de dar el ejemplo y saber ganar. No hay que mirar al rival por encima del hombro ni tampoco regocijarnos en su dolor. Sudamérica tiene un inmejorable nivel futbolístico. Queda claro que a Perú le costó mucho llegar hasta aquí. Eso es lo que se celebra. Que el trabajo del peruano rinde frutos. Es debido a la paz que se origina a partir de esta constatación que agradecemos la victoria tan profundamente.