#ElPerúQueQueremos

Pretextos para no escribir I.

Pura abstracción.

Publicado: 2016-02-18

Son tiempos complicados. Debajo de cada piedra hay un tema importante sobre el cual escribir: un derrame de petróleo por aquí, tratados internacionales a espaldas de la población por allá. Y a pesar de afectarme racionalmente, pareciera que todo eso ocurre bastante lejos. Contra la abulia juvenil, siempre conviene regresar a los clásicos: "Hablan de una guerra civil. Nadie ve sangre. ¿Existirán? Cien o cien mil consumidos de hambre. ¡Qué lejos están!" Ok, en nuestro caso no están tan lejos. Cuando vayas a visitar a tus amigos en Casuarinas, en vez de doblar a la izquierda en la carretera síguete de frente y dobla a la derecha en Pista Nueva y ¡kabum! de repente el Tercer Mundo. Bueno, Casuarinas también es el Tercer Mundo solo que con pistas un poco mejores. 

Regresando a la canción de Seru Girán, rematan la estrofa con este verso: "Vea la acción sin sentir los dolores, pura abstracción". Fue una frase pertinente en la Primera Guerra del Golfo y lo es hoy también. ¿Vale la pena salir a las calles a protestar o es mejor quedarse en casa comentando las noticias que cruzan tu muro de Facebook? Aparentemente la posmodernidad llegó para quedarse.

Por lo pronto, tengo ganas de meterle un puñete al chofer del micro por pasarse la luz roja, pero si me hago el consumidor indignado y me bajo del bus, no llegaré a mi casa en menos de dos horas. ¡Ya sé! Cuando llegue a mi destino, descargaré toda mi frustración sobre él. Le diré que es un pésimo conductor y qué ha puesto en riesgo la vida de toda la tripulación. Me demoraré al máximo en bajar, porque sé que eso les jode demasiado. Él me ignorará con la concha que tienen las personas a las que no se les puede castigar. No me dirá nada, mirará al vacío y, por supuesto, arrancará antes de que yo haya terminado de descender del vehículo. Los poderosos no necesitan intrincarse en discusiones, solo necesitan ejercer su poder.

Uno no tiene fuerza para andarse peleando con todo el mundo todo el tiempo. Si nos tenemos que pelear hasta por lo más cotidiano, con qué energía vamos a salir a la calle a marchar por nuestros derechos. El dinero -el poder- no puede ser un fin. A lo sumo, debería ser una grata consecuencia. Su presencia o ausencia no pueden definir el grado de respeto y de dignidad que se le otorga al otro. No deberíamos necesitar de él para que se nos trate horizontalmente. Por eso, es importante decidir bien por quién vamos a votar. Y que no me vengan con eso de que son de centro, porque no hay nada más hipócrita. Ser de izquierda o ser de derecha quiere decir más que si estudiaste en la Pacifico o en San Marcos. Decirse de izquierda o de derecha expresa, sobre todo, el grado de descaro con el que asumes tu posición en el mundo. Como quien se debate entre la culpa y la concha, estamos obligados a tomar posiciones políticas que no van a poder complacer a todos. Por el contrario.

Votemos no necesariamente por quién prometa blindaje económico, sino sobretodo quien nos asegura el blindaje de nuestros derechos. Es importante que el Estado deje de ser el protector de nuestra moral, para pasar a ser el protector de nuestra libertad y dignidad. Por eso la iglesia no debería estar subvencionada, por eso el aborto debería ser legal, por eso es importante el matrimonio gay, etc. Sin embargo, lo más importante es la educación pública. Solamente cuando el dinero de los adultos deje de separar a los niños en salones diferentes, podremos decir que este país existe. (Es interesante el caso de Gran Bretaña luego de la Segunda Guerra. Con el país en ruinas y sin Plan Marshall, los poderosos ingleses decidieron hacerse cargo ellos mismos de la manutención y reconstrucción del sistema educativo nacional inglés, porque es lo más importante para reconstruir una nación.)

Que el dinero no valide la ignorancia, ni la mentira, ni la prepotencia. Dejemos de normalizar la sociedad estamental y evidenciémosla cada vez que podamos. Comencemos exigiendo a viva voz un estilo de vida distinto. Para eso, los de a pie tenemos que dejar de cederle el paso a los de a caballo. Las personas con poder en este país son, como siempre han sido, un enclave de occidente: Entre la mina y el puerto, un tren macho que se lleva al país de encuentro. 


Escrito por

Alonso La Hoz

No es pobre el que tiene poco, sino el que mucho desea.


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